5 Actitudes Claves para Administrar el Tiempo Eficazmente

Viviendo y Liderando Saludablemente
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Miércoles 2 de setiembre, 2020
  


5 ACTITUDES CLAVES PARA ADMINISTRAR EL TIEMPO SALUDABLE Y EFICAZMENTE 

Conozco un buen amigo que vivía siempre de prisa, oraba constantemente para que Dios le revelara el tiempo exacto para el cumplimiento de Su plan en su organización, cuál era el tiempo correcto para empezar, para desarrollar, para terminar. 

Un día, un tanto desesperado, le pidió a Dios que le prestará literalmente su "reloj" para conocer los tiempos y las razones de los tiempos. Argumentaba mi amigo ante Dios "Señor yo sé que para ti un minuto es como mil años, y mil años como un minuto. Concédeme conocer tu tiempo para todos mis planes". A lo que Dios respondió "Dame un minuto".

Bromas aparte, es imposible para nosotros predecir el tiempo propicio para un proyecto o una actividad, en el ámbito secular o espiritual, aunque parezca necesaria y positiva. Dios quiere que dependamos de El para hacer las cosas a Su manera, y a Su tiempo. El tiempo es un precioso don que no se repite. Por ello, debemos abordar cada día con un temor reverente y con un claro propósito.

Efesios 5:15-16 nos los recuerda enfáticamente "Mirad, pues, con diligencia, cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo (haciendo el mejor uso del tiempo)".

Hace veinticuatro años que acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador personal, pero antes de eso, yo creía que podría controlar el tiempo, manipularlo a mi conveniencia. El resultado fue que me convertí en un adicto al trabajo, esclavo del "tiempo" que quería vanamente controlar, los siete días de la semana, de sol a sol.

Cuando empecé a servir al Señor, lo hice con el mismo celo adictivo de mi vida anterior, con resultados nefastos, porque queriendo servir a Dios, destruía gradualmente la obra que Dios iba haciendo en mi vida. Llegue a vivir partido en cinco "tiempos completos" como pastor, como profesor universitario, como esposo y padre, como director de mi naciente ministerio personal y como profesional en el gobierno. 

Me engañaba diciendo que Dios alargaría mi tiempo para poder cumplir la tarea que me había encomendado. Es imposible ser eficaz con tantos frentes abiertos, y a la vez, mantener disciplinas espirituales que traigan salud a mi vida con tanto estrés y fatiga.

Una crisis personal de proporciones mayores a las que esperaba tuvo lugar en vida entre el 2004 y el 2005, llevándome a abandonar por salud espiritual, física y emocional todas las posiciones eclesiásticas que ocupaba.

Mi esposa Orietta que siempre creyó en mí, fue el asidero con la realidad que necesitaba para reorganizar mis prioridades mientras el Espíritu de Dios me confrontaba como mi falta de cordura.

Quiero compartir con usted algunas lecciones sobre el manejo del tiempo que he aprendido con base en reordenar mis prioridades con Dios que me permitieron superar la crisis y servir a Dios sin descuidar a mi familia, ni mi relación con El.

El tiempo que no aprendemos a administrar con inteligencia y sabiduría nunca será recuperado. Necesitamos ordenar nuestras prioridades, enfocarnos, para ser buenos mayordomos del don del tiempo que Dios nos ha confiado mientras estamos en esta tierra. 


Desarrolle las cinco actitudes siguientes para ser un mayordomo eficaz del tiempo disponible:

1. Sea diligente

La dilación es el ladrón del tiempo. Muchas de las cosas que llegan a convertirse en una pesadilla en nuestra vida son aquellas que se dejan para mañana.

Mucha gente opera bastante bien en las áreas que le gustan, pero el verdadero secreto para ser fructífero es aprender a ser eficaces en las áreas que no nos gustan.

Nuestra prioridad debe ser nuestra relación con Dios. El obra en lo divino hoy 
(2 Corintios 6:2). El no espera que corramos sino que seamos diligentes con lo que nos comisiona, dando cuenta de ello, ofreciendo nuestro mejor esfuerzo a cada paso del camino.

2. No vea obstáculos, sino oportunidades

Existen dos maneras fundamentales de mirar a las demandas de nuestra vida: verlas como problemas o verlas como desafíos u oportunidades.

Parte de crecer hacia la madurez, es reconocer que los desafíos traerán problemas. El hombre o la mujer de Dios que llega a ser verdaderamente fructífero, aprende con la ayuda de Dios qué hacer acerca de los problemas, los cuales deberá tratar siempre como oportunidades.

Los problemas son obstáculos a ser vencidos uno por uno, y no a ser contempladas y aplastados por ellos mediante la duda y el temor.

3. Pida la ayuda de Dios

No estamos solos. Poner metas al actuar por fe no es presumir basado en nuestra habilidades o capacidades. El hombre o mujer de fe necesita actuar en orden para ser efectivo en su acción, visión y oración, pero su dependencia siempre debe estar en Dios.

El Señor ha prometido que no negará nada bueno a aquellos cuyo caminar es intachable. (Salmo 84:11) Dios quiere añadirnos aquellos dones y atributos que no tenemos por naturaleza, pero que son necesarios para cumplir su voluntad.

Existe un gran reserva de ayuda divina disponible para aquellos que abran su corazón y que acudan con humildad ante al Padre para pedir Su ayuda.

La alternativa es negarnos a reconocer nuestra necesidad y que intentemos caminar en nuestras propias fuerzas, y traemos de cumplir voluntad de Dios en el limitado poder de nuestra carne. Este es el camino estéril que lleva al desastre.

4. No se rinda

Necesitamos adoptar la actitud de Jesús referente a la obra de Dios. El dijo: “Mi alimento es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).

Mucha gente está agobiada por las cosas que han dejado a la mitad, o que han aplazado indefinidamente. Llegan a estar sobrecargados por estas cosas ante las que se rinden y acaban por no hacer nada. Dios quiera que sigamos y que completemos lo que nos ha sido dado hacer.

5. Siga la dirección de Dios

Mientras esperamos en Dios, Él nos dirigirá por su Espíritu Santo para que al girar a la izquierda o a la derecha, oigamos una voz detrás de nosotros diciendo: “Este es el camino, andad por él” (Isaías 30:21).

Usted y yo hemos sido llamados a servir a Dios, pero no a destruir la obra de Sus manos en nosotros. Cuando confundimos nuestro llamado con el activismo, Dios nos guiara ni bendecirá. Debemos bajar la velocidad para escuchar su voz.

Para ser fructíferos en el ministerio al que hemos sido llamados debemos fructificar en nuestra vida cambiada, testimonio, más que por nuestras palabras o programas. (Visite https://www.liderinnova.net/recursos/shop)

Estamos en esta tierra para aprender a ser cada día mas como Jesús, a desarrollar el carácter de Cristo en nosotros, por ello no podemos permitir que nuestra ambición personal encubierta en una "visión muy espiritual" tome el lugar de nuestra relación con Dios.

Recuerde que el líder que deja de aprender deja de liderar, pero que el siervo de Dios necesita balancear sus habilidades y conocimientos con su integridad aprendida y potenciada a través de una relación diaria e íntima con Jesús.

Podemos aspirar a grandes cosas, pero que sean las que Dios quiere que ambicionemos. La medida de que lo que ambicionamos es correcto es proporcional a como tratamos a la gente que Dios ama, como servimos a otros.

Todos necesitamos visión de Dios, pero una verdadera visión requiere que cooperemos con otros y construyamos juntos. Empezar a manejar el tiempo como un regalo de Dios del cual daremos cuenta es un primer buen paso, que debemos adoptar hoy mismo.

Hasta la próxima

Juan Carlos Flores Zúñiga
FUNDACIÓN LIDERINNOVA

Comentarios

Juan Galdamez dijo…
Excelente reflexión y gracias por compartir tu experiencia personal.

Juan Galdamez
Anónimo dijo…
Gracias Pastor, Dios lo bendiga y llene de sabiduría.

Cesar Bobadilla Valverde
Felix Guevara dijo…

Gracias mi hno. Juan Carlos por esta enseñanza, es de mucha bendición. Les recuerdo con cariño. saludes a la familia y bendiciones.

Félix Guevara M.
Pedro Flores Zuñiga dijo…
Excelente articulo. Muy relevante
Luis Mellado dijo…
Un tema muy importante. Felicidades.
Jose Manuel Lopez Juan dijo…
Apartemos tiempo para pasarlo con el dueño de la mies.
Jose Mardones Rivera dijo…
Gracias hno. Juan Carlos. Muy edificante comentario

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