Maneja las deudas con Integridad en la Nueva Normalidad

Para casi todos, vivir sin deudas, es el sueño celestial más acariciado. Hay una tremenda claridad en que las deudas especialmente cuando dependen de intereses de usura como en las tarjetas de crédito, pueden quitar la paz, el gozo y hasta la libertad a un deudor y a sus familiares. Las deudas te hacer sentir atado.

La Biblia habla constantemente sobre no pedir prestado, y demanda que quien presta a los de su familia espiritual lo haga sin especular, sin usura, y que al extranjero, aquel fuera de su cultura, lo ayude y hasta le preste.  Por eso un usurero o prestamista no puede bíblicamente considerarse cristiano auténtico.

Cuando Dios mediante Su palabra nos indica un curso de acción correcto y sabio, es porque a través de El nos alcanzara la bendición de la obediencia (Deuteronomio 28) Sin embargo, muchos hemos sido tentados y hasta caído en las redes del consumismo que promete la gratificación inmediata de necesidades reales y ficticias dejando para mañana las consecuencias y las responsabilidades.

Las deudas afectan tanto a creyentes como a no creyentes, autoridades espirituales como laicos, líderes y seguidores. Con la recesión actual causada por la pandemia que seguimos experimentando se ha sumado el desempleo en una escala exponencial, la restricción de los ingresos ante el cierre u operación regulada (aforos) de los servicios en las iglesias y el escalamiento de las deudas.  

En esta crisis he vivido la consecuencia de esto directamente, y objetivamente he cuestionado mis decisiones pasadas tratando de aprender de mis fracasos.

No siempre nos mueve a endeudarnos el deseo de satisfacer una necesidad material superflua. Por ello, quiero ocuparme primeramente, en esta oportunidad, de aquellas decisiones financieras que con buenas intenciones, terminan siendo las menos sabias en el entorno de la nueva normalidad. Por ejemplo, cuando sacrificamos la estabilidad de nuestro hogar para permitir la operación de un proyecto ministerial o de interés social.

¿Como distinguir o discernir entre el riesgo que implica fe en Dios para una meta loable como servir a los mas necesitados o extender el Reino de Dios en la tierra, y la irresponsabilidad sobre aquello de lo que debemos hacer buena administración, mayordomía, por tratar de ayudar a Dios?

He aprendido a lo largo de mis ya dos décadas como creyente, que nuestro deseo de servir a Dios nos lleva a confundir nuestros planes humanos, aunque bien intencionados, con los planes de Dios. Sabemos que tenemos una misión por cumplir, pero procedemos a interpretar ésta a nuestro antojo, según nuestra inteligencia humana, y disponemos de todo incluidos nuestros recursos mas preciados, tiempo y dinero, sin primero pedir la estrategia financiera a Dios. En mi vida mas frecuentemente de lo que desearía, he cometido dos errores claves como siervo y como líder:

 1. Intentar ayudar a Dios, y

 2. Tratar de controlar el plan de Dios.

Se que no soy Dios, y que el tiene el control de todo. Pero, en mi humanidad, armado de ideas llenas de potencial, he caído en esa trampa que linda con la soberbia. Tengamos claro que Dios no necesita su ayuda o mi ayuda, El es Dios. Sin embargo, El desea que sirvamos como sus hijos y amigos de acuerdo a Sus propósitos y Su plan para nuestras vidas.  Es decir que cuando vivimos de acuerdo a su plan y propósito es siempre mas para beneficio de formar el carácter de Cristo en nosotros que para otras personas, aunque estas puedan ser beneficiadas.

SIRVA CON MAYORDOMIA

Servir significa dar lo mejor de cada uno, sin esperar nada a cambio, dando todo por amor a quien nos amo primero y dio su vida por nosotros. No es una licencia para endeudarse en favor del reino o para promover el ministerio o el llamado que ha hecho a tu vida. El servicio no es mas importante que mi vida, familia y propósito. Cuando muera Dios no me va a preguntar por mi ministerio, ni cuantas personas alcance para el reino, sino ¿donde esta tu esposa y tus hijos? ¿Que hiciste con lo que te di? ¿Que hiciste con Jesus? Son preguntas sobre mis prioridades vitales.

Servir tiene como objetivo edificarme, permitirme crecer mas, madurar emocional y espiritualmente. El servicio no es mas importante que mi carácter, en el cual Dios invierte tanto. Por eso cuando tomo decisiones financieras equivocadas que acarrean deudas con sus ominosos intereses, no puedo culpar a Dios, sino a mi mismo, aprende mi fracaso y empezar correctamente, pidiendo  dirección a Dios y su estrategia.  La Biblia advierte una y otra vez sobre el peligro de caer en manos de prestamistas (llámense bancos, tarjetas de crédito o usureros).

Hay una clave para vivir una vida financiera saludable como creyente, y no es simplemente evitar endeudarse, es aprender obediencia, mediante una relación personal con Jesucristo. Esto requiere tiempo, establecer prioridades claras, y sobretodo entregar la dirección de mi vida, incluida el area financiera a El.  

No puedo dejar de recomendarle un recurso que resume nuestras experiencias y aprendizajes como servidores y seguidores de Cristo (https://www.liderinnova.net/recursos/producto/reenfocando-el-dinero-y-las-finanzas-como-recaudarlo-y-administrarlo/) Ha sido de una enorme bendición pastores y líderes de habla hispana tanto en sus vidas personales como para la iglesia local que dirigen.

Mi ministerio y llamado no necesitan mi ayuda, porque yo no puedo ayudar a Dios. Dios se proveerá a mi vida para la obra en que debo servir conforme a mi fidelidad, autenticidad y humildad. Pero, primariamente para formar en mi el carácter de Cristo.  Si debo en cambio orar que es hablar con El, buscar la guianza de su Espíritu, cumplir sus mandamientos, dar lo mejor de mi. 

Honrar mis deudas es una prioridad, guardar mi testimonio también. Sin embargo, lo que haga debo hacerlo no por obligación sino por amor y fidelidad a El y a Su palabra, confiando en Su provisión especialmente en circunstancias tan extremas como las actuales. No hay otra forma de salir de nuestras deudas financieras y morales que esta.

Hasta la próxima

Juan Carlos Flores Zúñiga

Comentarios

Alexander Lopez Galea dijo…
Agradecido mi pastor Juan por la palabra de vida...Dios siga bendiciendo.
Yolanda Ramos dijo…
Excelente Excelente artículo.

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